Poema 377: Monteverdi

Monteverdi

Anima el coro al insatisfecho Orfeo

en un descenso a los infiernos bellísimo:

el jolgorio inicial de desenfreno y juventud

ha pasado,

todos los instrumentos anuncian la fiesta

en una alegría medieval inconsciente

llena de ritmo y felicidad.

Puedo enfocar mis sentidos en la música

y en la fábula

pero me faltan todos los detalles sobre la pareja,

¿cómo era su amor?

¿reían en su vida cotidiana?

¿eran generosos en caricias y dispensas amorosas?

Sin duda es la falta de goce y disfrute de enamorado

lo que lleva a Orfeo al Averno,

le insufla energía, le inflama,

hace que desee a Eurídice de forma ciega e inconsciente.

La música es el camino y la salvación

en esos días aciagos en que todo se tuerce

en que no quieres escuchar palabras ni erudición:

permaneces quieto, camuflado, vulnerable

al viento, a las olas, a la cólera que nadie te enseñó,

mientras se abren las puertas del infierno

e inicias tu propia catábasis.