Poema 541: Canchales

Canchales

La belleza en lo alto de las montañas

se esconde en los canchales,

rocas arrastradas y aplanadas por la nieve,

gris sobre fondo verde que antes fue blanco

en el invierno.

Cientos de miles de rocas peladas, casi inexpugnables,

formas caprichosas y sombra de las nubes

diseños aleatorios propensos a la imaginación popular:

gallinas, dragones, perros y rapaces.

Son dinámicos como las dunas de una playa,

confluyen como ríos en un punto de fuga más bajo.

Se reconocen por sus destrozos en los caminos

que serpentean en las faldas de la montaña,

producen avalanchas y liman las cumbres reiteradamente.

Los últimos rayos del sol crean sombras doradas en las cumbres,

iluminan las rocas gelifractadas,

hacen aún más bellas las enormes moles macizas.

La vida es escasa en estas pedreras,

apenas unas raíces sujetan los ríos de piedra

entre los que pululan micromamíferos

y saltan las cabras montesas.

Anochece y las sombras opacan los dibujos

en los conos montañosos,

el sonido de fricción de una piedra desprendida

activa sinapsis neuronales antiquísimas

indica al cuerpo ya fatigado la urgencia del descenso.