
Madrid ciudad recuperada
Todo es aprovechado en aras del esparcimiento,
espacios, edificios, palacios,
el acabado perfecto.
Un poeta vende libros en el centro comercial,
gran lector, erudito, conversador,
un talento reubicado en un espacio semicultural.
Mucha gente escribe y persevera,
pocos trascienden, influyen, permanecen.
La fuerza poética reconvertida de una librería
atestada de libros magníficos,
una pequeña esquina frente al templo.
Pensé que entre la multitud solo hallaría hastío,
el agotador movimiento humano en el que nadie mira,
alienación turística, cansancio, falta de entusiasmo,
recorrer lugares y espacios como quien holla una playa virgen,
un transcurrir consumiendo, uno a uno, los acontecimientos.
Y sin embargo hallé diversidad y cultura,
manifiestos signos de humanidad individual y colectiva:
un anciano que acude a su panadería para ajustar un cinturón,
un banco reconvertido en sala de exposiciones,
un alegato fotográfico para salvar la Amazonia.
Dos visitas han colmado mis expectativas urbanas,
subjetividad, relato, memoria selectiva,
una ciudad múltiple y diversa llena de espejos humanos.
