Deambulan bostezando, bajo el ruido
insolente del centro comercial,
niños, la primavera ahí afuera, verde,
una mujer muy hermosa con vestido azul,
piernas de arquitectura esmerada,
y zapatos anudados en tobillera de cuero.
Embozo de acero, torniquete neuronal,
viento, voces y alegría, demasiada luz,
uniformes, todo el mundo consulta el móvil,
foro inmisericorde, lumbago voraz,
escenas de caza en un mundo armado.
Los somníferos muestran su sombra
en estos días alargados: sólo observo tacones
de los que surgen piernas esbeltas,
pantalones blancos sin una sola arruga,
el celo constante de los abuelos en el columpio.
Un mundo acabado e inane, fugaz
el recuerdo del suicida, vehículos
solitarios, la paz intrínseca de un poema,
continuidad elegante, compras,
ecuación simple con velocidad de la luz.
La mujer solitaria de las piernas cruzadas,
componía un haiku-tuit en su sonrisa satisfecha,
el tamaño de los caracteres enciende la hoguera,
guía inmarcesible entre simios pacíficos,
cadencia de caderas, seducción hermética.
El ruido y el movimiento perpetuo,
producen agotamiento plástico;
sólo los niños deambulan con ojos abiertos,
los ancianos han muerto en el hall senatorial,
en los verbos amarillos la vida se desvanece.

