Cultura

Comparece la nada en fiestas populares

ese elitismo necesario o no en la cultura

un museo patriarcal, o lleno de despojos

la narrativa del vencedor aprehendedor de esclavos.

Las pinturas de hombres mantenidos

en las que reflejan el machismo social,

los poemas que abusan de aventuras heroicas

descriptivos y elípticos, a veces abstrusos

reflejan una irrealidad oscura de silencio femenino.

La fuerza y la virilidad exaltada en los festejos,

diversiones que van siendo anacrónicas

salvo en el enardecimiento de la violencia juvenil.

Formas modernas de culto al alcoholismo barato,

de distorsionar una realidad costosa y permanente.

Incluso la música se eleva a volúmenes estrepitosos,

se deforma y se enaltecen mensajes nada sutiles,

una vuelta a un primitivismo mítico que no era tal.

La nada comparece en el arte deportivo,

entrevistas las costuras y su inutilidad durante la pandemia,

lujos y flujos monetarios innecesarios,

el circo moderno en el que relucen egos juveniles

convenientemente ungidos en aceites aromáticos.

La cultura es elitista o no es,

transita en la elaboración mental del pensador

a la manera de Rodin o del Viaje al fin de la noche.

El receptor lo es todo, Ser o No Ser,

la máquina que transforma, critica y absorbe.

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