
Matemáticas electorales
La semilla la puso Ramírez en Santander,
en aquella Menéndez-Pelayo ya mítica
hará unos veinte años.
El Cantábrico en septiembre es una delicia:
nos bañábamos de noche en El Camello;
de día, Victoriano, sembró una luz desconocida.
Conservaba los apuntes y algunas anécdotas
que he ido reorganizando durante semanas,
métodos electorales, circunscripciones,
la potencia suma de las matemáticas.
Veo el rostro asombrado del alumnado,
también del profesorado que me escucha,
un abanico inmenso de posibilidades,
de cómputos dirigidos por intereses muestrales.
Reproduzco instantes épicos, paradojas,
alcanzar el poder disimuladamente con fórmulas,
suma de propiedades deseables que nunca se cumplen,
teoremas de imposibilidad,
el intento de acercarse a la proporcionalidad obtenida.
La elección social es mucho más subjetiva,
cualquier candidatura podría ganar,
comparaciones, Borda, Condorcet,
una lucha desigual entre connaisseur y votante.
El éxito en la exposición recompensa el trabajo de días,
la búsqueda incesante del método
y la constatación empírica de todas las contingencias.
