Las texturas del cielo y las grúas

Las texturas del cielo y las grúas

esconden el poco campo que veía día tras día,

cuando estuvimos confinados.

La bondad a veces está tan lejos

como la belleza.

La fórmula de la ecuación de grado tres

con elegantes cambios de variable

es una pequeña maravilla de Cardano y Tartaglia

a la que vuelvo cada veinte años.

El algoritmo anunció hace días que iba a llover,

cosa que no ocurrió.

Pasea una pareja casi sin hablar,

no hay risas y las cabezas apagadas miran al suelo.

Les importará un carajo Galois o Abel,

la escasa vida de que disfrutaron,

el monumental legado de sus mentes polinómicas.

Observo pasar patinetes eléctricos por el carril bici

como en una escena distópica de Blade Runner:

velocidad e impersonalidad, y silencio.

Las ecuaciones han cambiado el desplazamiento

y la aceleración,

ahora todo es tocar una pantalla y acceder al conocimiento

aunque también al pánico irracional

desatado por mediocres periodistas.

La niebla cálida produce una visión mágica del puente,

es el contacto con la realidad resbaladiza.

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