Septiembre

La luz de septiembre desciende hasta el equinoccio,
día a día, minuto a minuto,
puesta de sol enardecida a puesta de sol,
lágrimas de lluvia desgajadas de nubes negras.
Las emociones viajan en un tobogán incontrolable,
pequeñas perlas en forma de fotones
se convierten en arte, en imágenes o música,
un águila que sobrevuela un rastrojo
o un conejo desorientado que cruza un camino.
La dinámica laboral se transmuta en niebla,
difumina la belleza de los días del sol de vendimia,
colapsa las redes neuronales apresuradas,
deja resquicios en los que tu ser se expande sin límites.
Septiembre es un mes animado,
a un tiempo cálido y desapacible, mes de cambios,
de rutinas que regresan y de rutas que comienzan,
la transición poética entre los cuerpos veraniegos
y la ropa de temporada que al fin podemos estrenar.
Es un entrenamiento progresivo para la noche,
una decreciente sucesión de voces que se alejan,
de la algarabía cesante, de las bandadas de aves
retornando al sur cálido en el que guarecerse.
Septiembre es cine, es la lectura sin terminar del verano,
es una orgía de violines que distorsionan el aire,
una preparación estética para los graves estudios,
para fundirte en un abrazo o en una mirada acogedora.
