Fin del mundo
Las noticias son un cúmulo de catástrofes y atrocidades,
la luz a estas horas es desoladora,
apenas llueve,
una feria de niñas vírgenes
o un maltratador elevado a la fama,
suicidas y sus familias,
engaños y corruptelas múltiples.
La ciudad se viste de normalidad:
una mudanza, niños madrugadores,
un enorme palomo turco sobre el semáforo,
mas la onda vital sufre una alteración;
imaginas un enorme electrocardiograma
o una onda sísmica
que ha perdido por un instante la regularidad.
Bastaría ese instante para la pérdida de la cordura,
el fin del mundo conocido,
hordas de caníbales se adueñan
de toda tu pátina de educación,
del aprendizaje constante y esforzado,
todo el castillo derrumbado por un epicentro
interno del que no puedes medir la escala.
Continuarán los giros planetarios,
el movimiento acelerado de las galaxias,
la vida infinitesimal en neuronas que amaste,
pero tu cosmogonía completa ha tocado a su fin.
