Poema 18: Contumacia crítica

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Contumacia crítica de niebla agazapada

o de una suerte de excremento

antes del solsticio, error, felicidad,

fealdad, una nación que destella noticias

navideñas o las envuelve en papel acharolado,

las novedades transcurren con la continuidad

idiota envolvente y engañosa.

 


 

La carrera por llegar al dinero se enturbia

caen palabras desgranadas en teléfonos desgastados,

malhumores, voces del averno, presión

ruido de automóviles, parafernalia obscena,

en una masa putrefacta de deformidad hiriente.


 

Individuos obcecados en malgastar el corto plazo,

ahora o nunca, ahora, golpe certero

fracaso de mañana, ignorante, escuálido

poseedor de la belleza efímera, turbio futuro

desdén ominoso, una canalla extenuante, el oficio

de cada cual, diestro conversor de perros en hienas.


 

El comprador compulsivo se mueve seguro

entre los pasillos y la parafernalia ruidosa

del centro comercial, un todo esquelético y brutal,

sucio allá donde no llega la vista común, ratas

estroboscopicas, luz horrenda, despilfarro energético.


 

En los suburbios urbanos se mezclan

jergones abandonados, la basura macilenta

de un picnic de comida rápida, coito de juventud,

indecente rastro de celulosa y látex,

azulejos teselados hasta el infinito en fractales

de filos plagados de bacterias inmundas.


 

Toda la corrupción posible, moneda infecta,

podredumbre política, fin injustificable

de medios mafiosos, dinero público a espuertas,

papas, reyes, presidentes, el catálogo de playmobil

al completo en perpetua sodomía

de gradación piramidal, ojo que todo lo ve

en la punta lúbrica de la cúspide.


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Poema 17: Sueños imposibles

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SUEÑOS IMPOSIBLES

Me desperté sentado en una hipotenusa,
soñaba con un fulano soberbio pronunciando
una frase tópica sin haber mirado el prospecto,
pensé en catetos, en la distorsión del lenguaje,
en los equívocos del sueño, en el rozamiento
del suave deslizarme por la inclinada pendiente.

Aquel día soplaba un viento endemoniado, torbellinos
de ramas pequeñas amenazaban con engullirme;
al penetrar en la habitación, el sueño dejó el remolino afuera,
la luz única de la chimenea caldeaba la estancia vacía
paredes verdes, un cubo sin mobiliario, salvo una alfombra
que invitaba a desnudarse, a tumbarse boca arriba
para ver las sombras del fuego proyectadas en el techo.21627_NOSFERATU-1

Te deslizas sobre el suelo a través de una puerta secreta,
blanca, desnuda. Tu silueta zigzagueante avanza por la pared,
la contemplas, te demoras, te observas, ríes fuerte y seco,
ensayas movimientos sinuosos: manos, caderas, piernas;
tu rostro permanece en penumbra, apaciguado o sereno,
blancos dientes, todo el cuerpo divertido, ruidos leves
cual fantasma gigante delante del fuego, Nosferatu.

Sabes quién soy, he llegado desde mi sueño al tuyo,
a la habitación verde que has acomodado para mí,
minimalista; me preparas para satisfacer tu deseo,
hay clavos dispuestos en las esquinas del tapiz vitruvio11 (1)
a los que me amarras con cordones invisibles;
Hombre de Vitruvio, rendido, esclavizado,
sin atreverme a levantar la mirada, sometida
a la magia del sueño. Me dispones suavemente
hacia la entrada en tu reino lúbrico; dolor,
amortiguado por sensaciones antiquísimas;
gimes y una sombra se desgaja de ti en la pared,
pequeña, difusa, bailarina. Pronto hay todo un coro
de danzantes coreografiados, la fuerza
se ha apoderado de mí, tenso las cuerdas con tu olor:
los clavos se han soltado del suelo, Adán sixtino, coloso
a punto de ejercer su dominio permitido por la dirección
de tu sueño, lugar de empujes y embestidas de profundidad.

Nada se interpone entre el mando y la acción, seguro
de mi tiempo y lugar en tu interior, de la sapiencia,
ejerzo de perfecta marioneta dispensadora de virtudes
hasta que me agotas en la alfombra profunda del bien dormir.

Afuera el vendaval continúa, vuelvo a la hipotenusa,
a subir la rampa tediosa de ese triángulo olvidado,
soluciono los pequeños abusos de soberbia ignorante,
y vuelvo al calor del lecho que no he abandonado.

Poema 16: Augurios

          Augurios

No conozco apenas las manos,  IMG_20141225_115208

cartomancia errada, el vuelo

de una lechuza desde la torre

de la iglesia, ya anochecido,

hoy que al fin ha levantado la niebla.


Las manos del niño crecen

demasiado deprisa, muestran

una identidad en fuga perpetua,

pentágono relleno de dobleces,

enlace con el que guías y proteges.


La vista miope deforma y nubla,

incapaz de fijarse en el detalle,

incoherencia de los sentimientos:

cuál nariz, cómo es la forma

de las orejas o el beso en un espejo.


El ángulo de inclinación de la frente

indicia un tipo de pensamiento lógico,

genes materno-filiales, prognatismo,

la familiaridad hace invisible

cada rasgo, demasiado cerca, enfoque.


Las ascuas han amalgamado el hierro,

una bisagra con forma sagitaria,

un dibujo en rojo vivo, un mapa disperso,

el corazón de un cáprido, un código

digno de la mente rápida de un niño.


Hay mañana, hay búsqueda y objeto,

repentinamente el puzle adivinatorio

se torna predecible, una luz, un síntoma

la lechuza-clave, el secreto guardado

en la forma transmitida de una mano.


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Poema 15: Gigante en negro

Gigante en negro

La luz de los fuegos artificiales se refleja
en su rostro de hermosura infantil;
sorprendida, sentada en mi regazo
absorbe el ruido terrible y los colores.

Le he cogido las manos calientes,
siento su pecho retumbar ante la pólvora
su temor la encoge, la estremece el ruido,foto2
la furia desatada la llena de terror.

Imagino ese resplandor en otras circunstancias,
quizás la última imagen que contemplaras,
destruido por la maldad, la incompetencia,
o un dron de estructura fractal indetectable.

Aprieto a mi niña contra mi pecho,
como si con eso pudiera protegerla,
pienso en la vida, en el futuro,
en no poder desplegar mis alas eternamente.

En su dibujo soy un ser enorme,
permanezco a su lado protector,
delante de las llamas y de la destrucción,
en negro contraste con todos los colores.

Gestiono a duras penas mi papel
de padre capaz de exponerla a sus temores,
de protector necesario ante la furia desatada,
en una farsa evitable e innecesaria.

Poema 14: Sorolla, un cuadro y nueve estudios

Sorolla, un cuadro y nueve estudioscolón

Pasó el tiempo, del sueño, de la levitación

con apariencia de andar ligero

sobre calles mojadas por la lluvia,

limpias por primera vez de sí mismas.


Homenaje al trazo prolífico,

nueve estudios para un Colón aristocrático,

el dinero compra los despojos

de una guerra humillante.Nueva York Sorolla


Un tiempo vital escaso para el amor,

Central Park, un coche capta su atención

desde la ventana del Savoy.


Técnica, amante, edad despiadada

en la vanguardia de los tiempos,

perlas fulgentes, generosos escotes, luz blanquecina

un armiño se ajusta al cuerpo Real.


Me señalas un desnudo muy hermoso,

cuerpo de mujer, enfoque sensual,

de nuevo el deseo hecho materia, denso.


Los niños bañistas me gustan menos

que la hermosa muchacha que sale del agua

tapada de inmediato por un manto blanco.


Se ha bañado con un vestido de fino tul

que el agua ha ceñido a su pecho

y le deja un hombro al descubierto.


Varios cuadros se superponen en mi mente,

mas el apuesto Colón se enseñorea con su firme

porte junto al farol: ¡qué técnica, qué dobleces

de la túnica, qué mirada hacia el infinito!


La piel se me eriza por la comprensión

del movimiento en las diez escenas,

círculos concéntricos de aproximación

de búsqueda laboriosa de la perfección alcanzada.


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Poema 13: Niebla

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Vuelve Turner, un bidón ardiendo,

el sacrificio de la luz tamizada, bordón

que surge de las tinieblas y te reclama,

voz encinta, sensual, monocorde.


Atraviesas la barrera psicológica

de tu timidez, accedes al virtual mundo

neblinoso e incógnito de tu fantasía,

el reino de lo posible, de lo deseable.


Ella te espera, te desordena,

prolonga tu deseo, lo moldea,

súcubo de formas sibilinas,

envés de tu lujuria desmedida.


Practicas un ritual de sensualidad,

en libre asociación de inventiva abstrusa,

veleidad divino tesoro, otrora nefando,

hoy encumbrado cabalgas colosal.


Un fornicio de brumas y leyendas,

placer de etiología incógnita,

accesible en la unicidad decembrina,

salmodia monótona, voz de arúspice.


Regresas del mundo sensual, ahíto,

extraes con sumo cuidado tu cuerpo

del color amarillento del óleo magistral,

frotas tus manos frías sobre el fuego.


Eres el mismo ser, transformado

por el conocimiento supino de la diosa

desterrada por su femineidad aventurada,

voz, faro y guía del universo mundo.


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Poema 12: Paseo matemático

    Paseo matemáticoIMG_20141205_175129

El día del paseo metafísico

aplauden las curvaturas voladoras,

volutas, nubes, forja, humo de chimenea,

alturas, distancias, porcentajes.


Admiro el pavimento, dos verticales, tres

horizontales, rectángulos, ángulos rectos,

unas escaleras desiguales que una vez vi colocar,

un ángulo diedro en la buhardilla de vistas fluviales.


Mi vista busca de forma abstracta números irracionales,

enumera, descifra, calibra, hace fotos,

se deja embaucar un instante por unos tacones

de imposible evaluación, condicionado por su sonido.


En las coordenadas del cielo de luna llena,

pretendo observar el cometa colonizado,

nombres griegos de mitos y observadores soviéticos,

olvidados por la historiografía capitalista triunfante.


En unas botas infantiles surgen formas alabeadas,

en el cielo anaranjado, uno evalúa el espectro infrarrojo,

ondas en el agua revuelta del Duero aún poco caudaloso,

la mirada poética se ha transfigurado en matemática.


El número de oro en el desarrollo de las ramas

de un acerolo que me recuerda aquellos de mi infancia,

tallos, brotes, bifurcaciones que abstraigo cual

hiperenlaces de una web de figuración imposible.


Cierro el paseo ignorante de cuantas sinapsis

se suceden en mi mente, voces, figuras, metáforas,

pequeños problemas que resuelvo en cada instante,

sentimientos amorosos de evaluación imposible.


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Poema 11: El descuido de la edad

         El descuido de la edadIMG_20141126_173136

Los mástiles han abandonado sus banderas,

el viento del otoño deja alfombras de hojas,

paseo solo por un paisaje urbano deforme.


Nadie hace las preguntas importantes,

el paso veloz y voraz del otoño, medido

en la declinación de la luz en tu rostro.


La consciencia difusa, la voz madura incisa,

el cansancio lacerante, frente a esa suma de imágenes

que atesoras en tu vientre: niños, manos, risas.


Los muertos asoman a veces en medio de la belleza,

aún conservo su voz, sus gestos, sus temores,

la risa o el llanto, o el enfado, o el optimismo de un día.


Voy a ser un hombre muy triste, cargado

de conocimiento y poesía que nadie lee, quizás

aún tenga la esperanza de seguirme riendo de mi mismo.


Ciertos días aprecias el agua caliente de la ducha,

sucedáneo de las caricias que no recibes,

te instalas bajo el agua mientras limpias toda tu mente.


La suma de tus días te hace olvidar quién fuiste,

la desilusión de ciertos instantes, el fervor

insospechado de cada nuevo proyecto.


En este instante estás siendo arrastrado

por tu propio vórtice vital, cola de cometa,

sombra desgajada de ti en un descuido de la edad.


Tendrás otra vida, otras vidas, otros renaceres,

volverás a sentir la emoción de un volcán,

la plenitud de un verso perfecto bajo la luz del amanecer.


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