
Miradas en la niebla
Veo imágenes en la niebla,
clásica en estas tierras en estas fechas,
color rojo sobre fondo gris,
luces que se expanden y deforman
esa pesadilla de película de terror.
Pasó el Tenorio, el culto a los difuntos,
la alegría importada del disfraz en esos días;
noviembre es un mes violáceo y húmedo,
la puerta del invierno que aún no llega.
Las luces del semáforo colorean la escena,
más allá del hipermercado no hay nada
solo la cúpula neblinosa y semiesférica
distorsionadas las formas y las presencias.
Persiste la sensación de locura
cuando se obstina la calígine,
un fin del mundo inmediato y devastador,
una pérdida de elementos de referencia.
En algunas estrechas callejuelas del centro,
aquellas que milagrosamente sobrevivieron
a la especulación de los años setenta,
aún es sencillo imaginar espadas y embozados,
un ajuste de cuentas por un lance amoroso.
Hay refranes y entusiastas de la niebla,
también detractores acérrimos,
sonidos que resuenan a distancia
y una belleza no para cualquiera,
no para cualquiera.
