
Ligaduras
No participo en el secreto,
si participase, ya no lo sería;
sí comprendo la lentitud y en ello estoy,
en ese caminar despistado por el paseo
de lo que antes fueron almendros y hoy son plátanos,
de esa mujer con tacones y una correa en la mano
mientras su perrito husmea y micciona.
Llueve con esa calma que silencia la noche,
este lunes recuerda el confinamiento,
largas veladas de series televisivas,
apenas el ruido de la lluvia y el frescor que deja.
Se detiene y parece que observa
pero está distraída, protegida por la presencia
viva y animada de su animal.
Quizás nadie la espera,
su ligadura emocional está ahí
maravillándose de un olor nuevo o un rastro.
Otro solitario custodio de perro saluda,
hay una sonrisa retenida por la espera,
los perros también se miran y olisquean.
