Poema 630: Lo excepcional

Lo excepcional

“Todo ángel es pavoroso. Y, sin embargo, ay de mí,
sabiendo de vosotros, casi mortíferos pájaros del alma,
os dirijo mi canto.”
                                                                       Rilke, Elegías de Duino

Cada día es la mirada la que interpela,

la que convierte cada acto o hallazgo

en una explosión de conexiones festivas.

Una visita a las Urgencias al amanecer

tras una tormenta desatada y desbordante,

el espectáculo del baile de mi hija en una feria,

un erudito que conferencia sobre Lou Andreas Salomé

revelando detalles, cifras, datos y dictámenes.

Comienza la ruptura de la rutina protectora,

la suma de actos nimios, refugio y sosiego

antes de que la apisonadora Tiempo iguale y nivele.

El colorido de la narración, ya lírica hiperbólica,

se nutre de lo excepcional, a veces excelso,

de la escucha reiterada de las veintidós canciones

de Jesucrista Superstar,

de ese poema, Baedeker Lunar, que tanto me impresionó,

del enorme carro de combate exhibido en la ciudad.

Caminar en la noche de finales de mayo

cuando el aroma del campo invade calles y plazas,

alegrarte por un encuentro inesperado,

sentir al fin el frescor en el rostro

antes de profundizar en el hilo poético decimonónico,

o debatir las acepciones de la palabra raro

suponen un ejercicio contra la levedad consuetudinaria.

Los eventos sorpresa pasan a ser incorporados

a la épica aventurera, excesiva y vital.