Ambos conductores se divisan a lo lejos,
se enciende la sonrisa en sus caras,
los dos pisan la línea central de la carretera, aceleran.
Se enfilan las miradas en la distancia,
cada uno cree ver la sonrisa malévola,
el rostro divertido del rival desconocido.
Adrenalina disparada, diapasón, filtro mental,
equilibrio inexacto de vidas impares,
nervios, terror, una imagen mental de hierros retorcidos.
El juego es teóricamente innecesario,
mas resulta forzoso en la rutina anodina de sus vidas,
dosis medida de violencia, juego y temple.
Nadie sabe nada de esta diversión macabra,
si algún día impactasen,¿ quién imaginaría la causa última?,
el desorden en una vida ordenada.
Aceleran y el mundo está a sus pies, dioses,
seres superiores, preparados para una muerte heroica,
se esquivarán en el último instante de respiración contenida.
