Gigante en negro
La luz de los fuegos artificiales se refleja
en su rostro de hermosura infantil;
sorprendida, sentada en mi regazo
absorbe el ruido terrible y los colores.
Le he cogido las manos calientes,
siento su pecho retumbar ante la pólvora
su temor la encoge, la estremece el ruido,
la furia desatada la llena de terror.
Imagino ese resplandor en otras circunstancias,
quizás la última imagen que contemplaras,
destruido por la maldad, la incompetencia,
o un dron de estructura fractal indetectable.
Aprieto a mi niña contra mi pecho,
como si con eso pudiera protegerla,
pienso en la vida, en el futuro,
en no poder desplegar mis alas eternamente.
En su dibujo soy un ser enorme,
permanezco a su lado protector,
delante de las llamas y de la destrucción,
en negro contraste con todos los colores.
Gestiono a duras penas mi papel
de padre capaz de exponerla a sus temores,
de protector necesario ante la furia desatada,
en una farsa evitable e innecesaria.