Enigma de un relato lejano, oscuro,
fuera del campo de interés colectivo,
¡tambor, tambor, tambor!
una veleidad imperdonable, aleve.
Una tormenta, un dime o direte,
el templo despechado, horizonte naranja,
agua, un saco de arena fundacional,
¡un gallo, un gallo, un gallo!
En la arena del desierto no se me ocurre
¡calor, calor, calor!
lugar común tras lugar común, imagina,
el atraso supersticioso de arma arrojadiza.
¡Entierra, entierra, entierra!
En el charco poblado de larvas, crecerá
tu gallo, tu hembra desbocada, tu manantial,
viaje fundacional, fuerza asesina, asesina.
El oro, la urbe de posibilidades infinitas
¡fuerza, fuerza, fuerza!
Mendigo, maldices el orden en un caos
en el que reinarás con tu cresta étnica.
Nieve, oro, lupanar, vértigo, enigma,
las mismas pulsiones, el mismo instinto
asesina y persuade e intimida,
¡voces, voces, voces!
Adivino geomántico, babalawo, el nicho
de la tradición independiente, incautos,
¡emigra, emigra, emigra!
Cuerpo fuerte en una mente desolada.
Reactivo de hechicería, magia de humo,
¡muerte, muerte, muerte!
Perturbación, conmoción, masacre,
el destino de la fuerza yoruba en el agua.

