Poema 36: Desorden

                  Desorden                                        IMG_20150321_174220

Los niños han encontrado un hueco en el murete

y lo han excavado a fondo; un buen trabajo de equipo.

La muerte no tiene ningún glamour.

Tras el golpe, queda en la carretera la pura mecánica:

huesos astillados, hierros retorcidos, sangre,

un líquido verde, fragmentos minúsculos de cristal,

olor a quemado, humo y polvo. Desorden.


Al imaginar la escena, me duelen los dientes,

escucho el ruido agudo de los frenos, un no, despavorido,

el abandono al sufrimiento o a la nada.

Durante un instante, unos pequeños músculos

cambiaron la trayectoria del volante, violentaron

la línea recta trazada por un cerebro entrenado.


La brecha en el muro bajo del colegio es un síntoma.

Disputan las urracas y las palomas los pinos urbanos,

sus excrementos afean el suelo feo de la ciudad.

Un coche tremendamente usado descansa en la acera,

su palanca de cambios termina en una bola de papel.

Conducir no es un placer, es una inseguridad aleatoria.


Bajo el cielo gris, todo es gris antes de la lluvia.

El propósito no se ha mostrado todavía.

Horas y horas de aprendizaje hacia la nada,

maravilla de las maravillas, amor inútil al saber.

El agua todo renueva, limpia, perturba,

desborda la grama en las cunetas y la colza

salvaje en los parques olvidados de los suburbios.


El contraste en el resquicio insoportable de la luz

filtrada, de abril, contrae mis músculos faciales

en una sonrisa inabarcable e inexplicable:

el golpe fue un mal pensamiento; los colores

extremos están explotando en un campo antes disforme,

uno alcanza cimas de placer intelectual ,

ajeno al pensamiento finalista o espurio,

la vida renace en sí misma de forma imprevisible y compacta.

IMG_20150419_195741