Se me ocurren palabras
Se me ocurren palabras: exoesqueleto, trastienda,
celo, tatuaje, indecisión. Compulsión y ejercicio
y de repente sueño. Dormir, no querer despertar,
vagar por los territorios de la calma, de la ausencia
de prisa, languidecer a la sombra de un pino
mientras decides. Otras palabras: prédica, verbo,
aliado, encumbrar. Una nada que cobra sentido
con los datos, con las novedades, una lista de temas,
los más seguidos, utilizados, etiquetados, una tiranía
de la tecnología, minutos sumados a minutos
que resultan horas y días, y el terreno de juego se reduce
se estrechan las bandas, el regate se vuelve difícil,
cuando sales de él, te esperan aún tres centrales
corpulentos, tríada, divinidad, un beso te despierta
te absorbe y hace que tus engranajes secretos
chirríen antes de funcionar, de emitir su voz neutra,
tinieblas, una alegría en la contemplación de la mañana
sentado en un banco: hormigas que trepan,
destacan sobre los pantalones blancos, un hueso
de cereza picoteado por un mirlo cae del cielo.
Más palabras: dignidad, heroico, hélice, tetraedro.
Datos, miles de datos, control, seguimiento, anonimato,
eres tú el definido, más real que tú mismo, más centro
de la diana consumidora, el capital te apunta, te roza,
te embarga, te alimenta para su alimento,
mas de forma colateral, hierros y vías, la belleza
del óxido se recorta contra el cielo azul de primavera,
días fértiles, crecientes, entorno del solsticio,
un vídeo anuncia la visión espasmódica de Plutón
y sus lunas dentro de un mes, el fin de la era espacial
el sistema solar observado superficialmente, color
valles, accidentes, ni un atisbo de vida como concepto
humano, rocas, materiales fundibles, estercoleros
siderales. Entonces uno vuelve a la lógica infinitesimal
de un entorno mínimo, flexible, lugar de búsqueda personal,
cada imperceptible movimiento observado, sometido
a indicadores, amplificado; uno es él y sus microbios,
el sistema bacteriano que le proporciona sustento,
la voz es un añadido necesario, un apéndice
el centro de gravedad de un sistema azaroso de movimientos,
cada cual definidor y creador de su ética, plástica,
adaptable a toda circunstancia, asidero y justificación,
masa crítica observada y al tiempo destruida:
el movimiento de trayectorias con alguna probabilidad.
Otras palabras: noche, cucaracha, consuetudinario,
fetiche. Un cuaderno en el que se repiten los temas,
circulares, concéntricos, a veces con leves aproximaciones,
todo el saber al alcance de la mano, inquietudes, voracidad,
una sensibilidad especial para captar una puesta de sol,
una luna mínima reflejo de las miradas humanas.
Soy escriba-esclavo de técnicas cinematográficas,
una veloz aproximación de la cámara, raíles,
la mirada atraviesa la superficie y halla un mundo
de linfocitos y defensas, una tupida red de glóbulos,
una masa resistente, sobre cuya piel se muestra
la belleza de la estructura interna o su declive irremediable.
Cientos de libros y entonces surgen ya definitivas,
voces, recuerdos, una azotea del hotel Castro en Heraklion,
el deseo cada vez que levanto la vista de las Flores
del año mil y pico, el perfil de una puesta de sol marítima
en tanto que me busco entre unas ruinas reconstruidas
de las que ignoro casi todo: imagino un minotauro y no sé
qué hago allí, en medio de tanta belleza sin poder amasarla,
informarla entre mis manos, sin palabras y sin ancestros poéticos.
Todo el camino es ya una ocurrencia de palabras,
la realidad aparente se conforma con descripciones y voces,
estados de ánimo, apoyos y entregas a veces torpes,
veleidades más tarde reconstruidas, errores y vergüenza,
mas siempre ascendiendo, firme e irreductible,
inmaculado perfil, dueño de cierta belleza, encumbrado
entre contradicciones y contrasentidos, mundos del revés,
la letra de una canción antigua en otro idioma,
subido en tu bicicleta morada rodeado de mies en sazón,
o el juego visual de los aspersores recortados sobre el sol poniente.
El candor juvenil, la inocencia de la madurez, cierta
crítica teórica: te encoges y te ensanchas, te haces invisible
o te elevas sobre el tumulto para pronunciar un concepto
ineludible, guiado, salvado, encumbrado, amansado,
pero sin sujeción, con toda la libertad preservada y aplaudida,
junio del quince, se me ocurren palabras.
