Poema 329: El lector desubicado

El lector desubicado

Sentado sobre las piedras de la rotonda

de acceso al gran centro comercial

gusta de ser visto fugazmente,

de la duda sobre el libro que lee,

de los adjetivos que se filtran por las ventanillas

de los coches que giran hacia la alienación.

En un acantilado mirando al mar

se recrea en un poema entre las gaviotas,

levanta la vista para imaginarse a sí mismo

a vista de pájaro entre los versos de Margarit.

En la piedra-mesa del cordel de la cañada

despliega su libro místico-bucólico,

imagina a los pastores mudos por el paisaje:

la vasta extensión de las tierras de la Extremadura.

Allí fue saciado su apetito

o yació junto a la vaquera de la Finojosa.

En medio de un trigal en sazón al caer la tarde,

a resguardo de todas las miradas,

mecido por la brisa que hace ondear las espigas,

lee a Kafka, se convierte en insecto,

despliega las alas de su imaginación.

Sentado en borde de la piedra tallada de un caño,

ajeno a los turistas y curiosos

que se asoman para ver la portada blanca

el nombre de la autora escrito en rojo,

el lector se concentra en los preparativos

del advenimiento republicano del treinta y uno.

Poema 68: En lo alto del centro comercial

En lo alto del centro comercialIMG_20160305_184456

En lo alto del centro comercial

huele a comida rápida.

Atisbo el vuelo de una cigüeña

a través de los ventanales.

Asoma el sol entre nubes,

una pareja de ancianos en un banco,

contempla el cielo cambiante,

se detiene el tiempo, no el ruido.

Yo no estoy contento, nadie lo parece,

mi visión subjetiva del mundo,

decolora objetos y personas,

los envuelve en una pátina grisacea.

Ni objetos, ni la belleza de un cielo

plagado de nubes zoomorfas,

nada me aleja del color invernal,

quizás solo la lectura de un poema.

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