
Recuerdos del viaje
El viaje se difumina en los detalles,
se agrandan algunas sensaciones
y se pierden sucesiones de momentos
ideas, emociones y preocupaciones.
Pasan los días e Islandia es cada vez más verde
en el concepto, en la idea preconcebida,
en las auroras tan fotogénicas en la noche.
La iglesia de Vik es cada vez más roja
y Gullfoss helada es cada vez más blanca.
La casa del lago se ha convertido en idílica
aún sin café y sin apenas víveres,
desayunando el último sobre de jamón,
caminando por sendas ocultas por la nieve.
No conocí la moneda local, ni apenas islandeses,
vimos muchos más caballos que personas
y decenas de japoneses en cada cascada.
Tuve muy poco tiempo de escritura,
imposible afianzar las impresiones
del frío extremo, de la fuerza de la naturaleza.
El resultado es una amalgama de belleza,
de descubrir un lugar mítico en pocos días,
de haber disfrutado intensamente de cada instante.
