Retazos lectores

Leo a sorbos, como quien degusta un Martini,

un poema aquí, un capítulo ligero o un relato,

el artículo intenso de una contraportada

o aquel que nada dice ni sugiere.

Llevar un libro siempre me asegura belleza,

la posibilidad de un instante de paz

poder encontrar un lugar lector en un parque,

una evasión en toda regla del mundo.

Probablemente saldrá una idea o un cúmulo de ellas,

una forma de viaje interior, ya universo,

un orden semejante al del sueño reparador.

Un libro es una compañía silenciosa y prudente,

la atracción de la soledad, una promesa

de intimidad intensa, intrínseca y discreta.

Ese retazo lector es un imán de otras lecturas,

de ideas que aún no has reordenado

y cual campo magnético

se erizan en posición de combate.

Paseas con un libro tarareando Ma Solitude,

hasta que hallas un banco público

para tu colección de lugares propicios a la lectura.

El día tiene ese otro esplendor.

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