
SEMINCI
Fue un oasis cultural en la dictadura
y sigue siéndolo en el presente acelerado,
un sosiego atemporal:
eruditos, habituales, cinéfilos,
un imán que apenas atrae al público local.
Escaparate, faro, hito en el calendario,
un enorme cúmulo de trabajo oculto,
y la calidad asegurada de lo diferente.
Una copia sueca restaurada del 47
nos tuvo en vilo cien minutos:
luces, sombras, primeros planos expresivos,
el tormento de la ética y el deseo
más actual que nunca.
Desfiles, alfombras, oropeles,
seis noticias nacionales y el brillo
de los flashes en la noche fría pucelana,
una minúscula isla cultural encapsulada.
