
Templos educativos
Los chavales, flequillos en ristre
como corresponde a la moda del momento,
se miran un instante en la luna del coche,
se atusan convenientemente,
afirman su autoestima de base capilar
y continúan indolentes, mochila al hombro,
su lento acceso al templo educativo.
Allí es el todo o nada, o la insignificancia,
el profesorado que lidera, guía, implementa,
o que languidece inoportunamente.
Existen también los nostálgicos,
disciplina en ristre, ley y orden,
el saber elitista ahora que es democrático,
la imposición de formas arcaicas
cuando los drones lo están destrozando todo.
Las alumnas se esfuerzan más,
tejen redes más profundas y eficaces,
su éxito en el aprendizaje es abrumador.
El microcosmos del entorno educativo
permanece vivo durante las mañanas
muere al atardecer y renace cada día,
hay normas, protección, cariño y crueldad,
es un pilar básico de la sociedad avanzada,
el lugar donde toda fantasía es posible.
